http://dx.doi.org/10.18232/alhe.1129
Reseña

Antonio Ibarra, Álvaro Alcántara, Fernando Jumar (coordinadores), Actores sociales, redes de negocios y corporaciones en Hispanoamérica, siglos xvii-xix. México, CONACYT, UNAM, Bonilla Editores, 2018.

Mario Trujillo Bolio1, *

1 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México.

Correspondencia: trubolio@ciesas.edu.mx

El libro está constituido por once trabajos que abordan el quehacer de los negocios, de las relaciones mercantiles y el actuar de los comerciantes en un contexto de economía global que se generó en el Atlántico americano en el transcurso de los siglos xviii y xix. Como se advierte en la introducción realizada por Álvaro Alcántara y Antonio Ibarra, los distintos ensayos se imbrican en la propia tradición historiográfica que se evidenció en décadas de 1970 y 1980, con el abordaje de investigaciones sobre comerciantes, mercaderes y las relaciones comerciales de hombres de negocios, e incluyendo el enfoque metodológico de la microhistoria italiana o de las redes de negocios.1

En Actores sociales, redes de negocios y corporaciones en Hispanoamérica, siglos xvii-xix, se buscó presentar investigaciones con una manufactura innovadora, dado que la metodología utilizada trató de ubicarse en aquella historiografía del análisis relacional, e incorporar a los sujetos de estudio en las propias reglas de las actividades productivas y comerciales en un entorno mundial, donde se generaron, en el orden del libre mercado de los negocios, construcciones de poder a partir de lealtades y solidaridades, además de tratos y contratos con enemigos o rivales. Hay que subrayar que los estudios abarcan ampliamente el entorno geográfico, pues cubren el norte y sur del continente americano, así como la misma región del Caribe. También en la factura del libro, no solo se tomó en cuenta el abordaje del análisis relacional o análisis de redes sociales, sino también nuevos estudios que guardan un sustento empírico a partir de la pesquisa documental en archivos de los Consulados de México, Guadalajara, Montevideo, La Habana y Buenos Aires. Los coordinadores estructuraron la obra en tres temáticas específicas: 1) De la red social al análisis relacional; 2) Mercados y actores en la economía global del imperio hispanoamericano, y 3) Corporaciones, poder y negocios en el espacio hispanoamericano.

La primera parte del libro inicia con un interesante aporte metodológico de José María Imízcoz que lleva por título: “Por una historia global. Aportes del análisis relacional a la Global history”. El interés del autor es tratar lo que se ha diferenciado como “el análisis relacional”, y reflexiona que esta herramienta metodológica puede contribuir a reunir o agrupar esferas aparentemente desconectadas, y partir siempre en el marco de una visualización de la Global history. De igual modo, Imízcoz se ocupa de las aportaciones históricas basadas en fuentes y enfoques globalizantes que terminan como análisis de redes ego-centradas, así como de los estudios diacrónicos que pueden llevar a distintas conexiones extrañas pero que, para el historiador económico, son imprescindibles para entender a los actores significativos en lo que se ha denominado como la primera globalización atlántica. Sin duda, este capítulo es un aporte sustantivo para comprender metodológicamente a los actores conectados a escala del imperio español, y a partir de fuentes primarias que permiten el análisis cualitativo de las relaciones personales y el análisis de redes sociales.

Además, la primera parte cuenta con una sección temática titulada “Actores sociales y orden relacional en el Antiguo Régimen Hispanoamericano”, e inicia con el ensayo de Tonatiuh Serrano: “Comercio local, red global. El oro en San Luís Potosí en la primera mundialización de la economía”. De entrada, el autor afirma que el proceso de producción y comercialización de metales que tuvo cabida desde las minas de San Luís Potosí sí estuvo enmarcado en la llamada primer globalización de la economía; esto lo demuestra a través de la reconstrucción de la red que permitió el flujo de capitales desde las minas y casa de moneda potosina hacia los almaceneros de la Ciudad de México. Cabe señalar que este trabajo contiene un cuidadoso estudio metodológico referido al análisis de redes sociales a partir de la documentación de la Caja Real de San Luís Potosí y del Real Patronato que se encuentra en el Archivo General de Indias, Sevilla. A su vez, el autor retoma la actividad del gremio de los mineros en la propia lógica del sistema de circulación del mineral potosino a partir de la red remitente–receptor, dado que le permitió conocer las características en que interactuaron los mercados locales con el mercado mundial. Asimismo, Serrano diferenció a los actores económicos de esta trama de producción y comercialización de metales a través de las actividades de personajes como Pedro Lamadrid, Toribio Fernández Celis, Pedro Arizmendi Gorgón y Martín Ruiz Zavala. Por lo tanto, en este capítulo el lector puede entender claramente la reconstrucción del circuito mercantil recorrido a lomo de mula que partía desde San Luís Potosí al valle de San Felipe, después al pueblo de San Felipe para conectarse con el camino real de tierra adentro, después llegar a San Miguel El Grande, recorrer poblados de Querétaro, ingresar al Valle de México, pasar por Tepotzotlán y Cuautitlán, y finalizar en la Ciudad de México.

Álvaro Alcántara López presenta el segundo capítulo de esta sección temática: “Trayectorias familiares, actores económicos y mediación social observados desde un mundo pequeño: la costa de Sotavento y las redes de negocios novohispanas, 1776-1802”. El objetivo planteado por el autor fue comprender cómo se expresaron los lazos y vínculos que tuvieron distintos personajes de la administración colonial en la jurisdicción de Acayucan, y no tan sólo con los miembros de las oligarquías regionales, sino además con administradores de estancos reales, administradores de alcabalas o administradores de la aduana marítima de Veracruz. La fuente utilizada por Alcántara a partir de los llamados borradores de cartas, fueron el sustento empírico básico para desentrañar las relaciones asimétricas que se dieron entre los almaceneros de la Ciudad de México -Yermo, Llantada, Dongo y Ariscorreta-, los mismos comerciantes de los consulados de Veracruz y Guadalajara con los mercaderes establecidos en Acayucan. El autor demuestra esto estudiando los casos de comerciantes como los hermanos Fiacachi, Muralla, Oneto, de la Masa, Fortuna, Urgell, Joseph Quintero y Juan Bautista Franyutti, quienes en conjunto obtuvieron sus ganancias a través de las actividades agrícolas que hacían realidad la población india y mulata en la producción del algodón, cacao y el torcido del ixtle. Así, Alcántara nos ofrece un enriquecedor panorama del funcionamiento de aquel circuito comercial que desde la provincia de Acayucan logró hacer evidente una peculiar oligarquía regional, misma que realizó intercambios económicos con mercaderes de los consulados de Guatemala, Veracruz y Guadalajara

La sección temática termina con el trabajo de Karina del Rocío Mota Palmas y su texto “Un acercamiento a los grupos de poder en Guadalajara, 1786-1835”. La autora demuestra la manera en que se hizo presente la dinámica relacional de la élite comercial y grupos de poder a partir de un detenido estudio de la composición de cabildo de Guadalajara. Las variables utilizadas por la autora como parentesco, amistad, clientelismo y relaciones entre casas de comercio, le resultaron adecuadas metodológicamente debido a que se demostró cómo las elites económicas tapatías pudieron reproducirse desde el último cuarto del siglo xviii, hasta las tres primeras décadas del siglo xix.

La segunda parte del libro, “Mercados y actores en la economía global del Imperio Hispanoamericano”, inicia con el aporte introductorio de Zacarías Moutoukias, “Instituciones, comercio y globalización arcaica: una reflexión sobre las redes sociales como objeto y como herramienta a partir del caso rioplatense (siglo xviii) durante el antiguo régimen. Preguntas, hipótesis y estado de las investigaciones”. Aquí, el autor problematiza sobre el modelo de las historias conectadas que también podría utilizarse para conocer históricamente los orígenes de la primera globalización, y se remite al caso rioplatense. La diferenciación se hace a partir de la manera en que se evidenciaron los mecanismos del conflicto y en la lógica del funcionamiento de la justicia comercial y tribunal de alzada de Buenos Aires. El ejercicio de Moutoukias de recuperar las proposiciones microhistóricas para relacionarlas con las redes sociales dentro del mundo del conflicto y consenso colonial, abre espacio para repensar que un entorno local puede modificarse con la noción de “globalización arcaica” y enfatiza de igual modo de que no se debe olvidar, en el análisis histórico, importantes aspectos relacionados con la justicia y el poder político del propio orden colonial.

La sección temática “Espacios mercantiles, actores colectivos y negocios en el imperio hispanoamericano” se inicia con el capítulo de Fernando Jumar, “Río de La Plata y el espacio económico durante el Antiguo Régimen rioplatense. El autor retoma inicialmente el proceso que alcanzó la región de Río de la Plata, estudiándolo en una espacialidad cambiante de la actividad comercial a partir de las configuraciones y reconfiguraciones de los circuitos mercantiles. Subraya que el estudio de dicha región histórica se tiene que contemplar necesariamente a partir de la activa participación de la dominación de unidades político-administrativas y la dominación de minorías. Jumar nos advierte que es necesario en el análisis histórico diferenciar lo que para él es un determinado espacio económico homogéneo, y no hacer un lado otros e importantes espacios económicos polarizados. Ejemplo de lo anterior es su reflexión sobre el complejo portuario rioplatense constituido por la plaza-marítima de Buenos Aires, las ciudades puerto de Colonia Sacramento y Montevideo, y otros apostaderos secundarios como Maldonado, Barragán y Las Conchas, los cuales conectados en conjunto no dejaron de tener una presencia con el comercio ultramarino tanto español, portugués y francés. Uno de los aportes de Jumar fue incluir en el análisis histórico la conectividad que existió en el siglo xviii entre el espacio económico rioplatense con el conjunto de operaciones mercantiles en circuitos de tierra adentro, para después hilvanarlos con el comercio de productos y metales preciosos desde Lima, el Alto Perú, e inclusive Chile.

La sección temática continúa con el trabajo de Yovana Celaya Nández, “Negocios, comerciantes y redes entre Puebla y Xalapa en el siglo xviii”. A partir de la utilización de los protocolos notariales que dan cuenta de los comerciantes poblanos y veracruzanos, y particularmente con información concerniente a los créditos eclesiásticos, Celaya visualiza las distintas acciones emprendidas por los mercaderes. Así, logra desentrañar cómo y cuáles fueron las alianzas y conexiones económicas que se gestaron en el primer circuito comercial novohispano México-Veracruz, y de paso constata cuáles fueron los actores que activamente participaban en las plazas comerciales de Veracruz y Puebla. No obstante, otro aporte de la autora es cómo diferencia un reacomodo de las redes mercantiles en la región de estudio precisamente durante las Reformas Borbónicas, y muestra cómo estas modificaciones propiciaron la emergencia de un grupo de comerciantes que dominarían la Junta de Comerciantes de la provincia de Puebla.

En “Redes de negocios y actores corporativos: del espacio local al mundo global en la Guadalajara colonial”, Antonio Ibarra, especialista de la reconstrucción histórica del Consulado de Guadalajara, nos ofrece una metodología más refinada de análisis relacional y de redes, las cuales fueron articulaciones sociales que alcanzaron en sus negocios los mercaderes tapatíos al mediar los siglos xviii y xix. El estudio de Ibarra resulta ser más detallado respecto a los lazos interpersonales de aquellos que participaron, negociaron y se confrontaron en el seno del Consulado de Guadalajara, para allegarse de recursos y todo, con una reconstrucción que da cuenta de cuáles fueron los vínculos a través de los caminos mercantiles de tierra adentro entre los comerciantes de Guadalajara, Ciudad de México y Veracruz. El autor en su texto advierte que los comerciantes del Consulado de Guadalajara pudieron extender sus negocios y particularmente desde la misma plaza comercial de San Juan de los Lagos, con intercambios económicos que se desprendieron de la comercialización de productos asiáticos, y cómo utilizaron en sus distintas transacciones a la plata de cuño mexicano como medio de cambio.

La última parte del libro, *“Corporaciones, poder y negocios en el espacio hispanoamericano”, a modo de introducción, aparece el ensayo de Michel BertrandLas élites de Puebla: un abordaje relacional”.* El propósito de este trabajo es diferenciar cómo particulares que adquirieron cargos como funcionarios del orden colonial -especialmente en el cabildo civil de Puebla-, tuvieron vínculos con el poderío económico de la iglesia católica poblana, y que en este proceso los mismos lograron convertirse en parte de la elite más poderosa de Puebla. A partir del seguimiento de las trayectorias de personajes que emergieron como connotados comerciantes peninsulares, Bertrand descubre sus trayectorias sociales y su movilidad social en el entorno de las actividades comerciales y económicas de la sociedad poblana novohispana.

La sección temática titulada “Corporaciones mercantiles y gestión política a fines del periodo colonial”, es iniciada con el trabajo de Javier Kraselsky: “Las corporaciones mercantiles en el Río de la Plata a fines del siglo xviii. Balance de mi investigación y aportes para analizar el sistema político”. Al ubicarse en un periodo de entre siglos, Kreselsky aborda de manera detenida cuáles fueron las relaciones que se gestaron entre la corona española y la corporación mercantil de Río de la Plata. Con base en la consulta detenida de la documentación que se desprende de las Juntas de Comercio, reconstruye lo que fue la centralizada corporación del Consulado de río de la Plata. En consecuencia, Kraselsky desentraña las formas de poder e incidencia económica que alcanzó la elite rioplatense, así como en el entorno de la misma monarquía hispánica.

El segundo ensayo de la sección es de Luís Aguirre con interesantes hallazgos en su artículo “Corporaciones, negocios y guerras: el Consulado de Comerciantes de Montevideo en la reorganización de la independencia (1812-1838)”. Su estudio lo centra en la comunidad mercantil del cuerpo consular de Montevideo que cubrió el corto tiempo de 26 años, para así dilucidar la forma en que se gestó el reacomodo e interacción de las elites económicas, tanto con el comercio proveniente de Río de la Plata, como del ultramarino interactuando con las autoridades virreinales. El aporte de Aguirre sobresale no tan sólo por ser uno de los pioneros en el rescate del Consulado de Comerciantes de Montevideo, sino a su vez por ofrecer la reconstrucción de la vida consular que se relacionó con la justicia mercantil de este cuerpo consular, el de las mismas finanzas internas de la corporación, además de desglosar el entorno político que se sucedió entre los gobiernos monárquico-imperial y la llegada de una gobernabilidad autonomista-republicana.

El último capítulo del libro lo realizó Iliana Quintanar con el sugestivo título de “Redes de mercantiles y de negocios del Consulado de La Habana, siglos xvii-xix”. La autora muestra la importancia que tuvo el Real Consulado de La Habana después de hacerse efectiva la liberalización comercial, así como la propia reestructuración de los circuitos mercantiles y las redes de negocios desde la isla de Cuba, con el mismo comercio novohispano, y también con en el espacio de los intercambios económicos y redes de negocios en la plazas portuarias del Caribe. El trabajo de Quintanar se perfila como uno de los pioneros estudios del Consulado de La Habana, pues su análisis histórico de la corporación con un sustento empírico -que se desprendió de sus pesquisas documentales en el Archivo Nacional de Cuba del Ramo Real Consulado- nos muestra con claridad lo que fue la activa participación de los hacendados y comerciantes cubanos en el Consulado. De igual modo, en su estudio rescata la trascendencia que tuvo La influencia del mismo en fortalecer los vínculos entre la corona española con la poderosa elite habanera, así como también el papel que jugó este cuerpo ante las adversidades presentadas como consecuencia de la disminución de los ingresos de avería particularmente en los años de 1797 y 1798, al igual el estar en contra con la corona española por otorgar en Cuba privilegios y permisos individuales en la introducción de harinas, azúcares y ron.


  1. Si bien los coordinadores se refieren a los trabajos como los de Zacarías Moutoukias (1998), Susan Socolow (1978), o bien el de Bochart Moreno (1984), aquí podríamos incluir en la misma revisión historiográfica, y para el caso de México, aquellos estudios empíricos de distintos hombres de negocios decimonónicos a partir del libro pionero coordinado por Ciro Cardoso: La formación y desarrollo de la Burguesía en México (siglo xix) (1978).